El dueño de EMEPA, Gabriel Romero, declaró en la justicia que pagó para que el gobierno de Cristina Kirchner le extienda la concesión de la Hidrovía. También afirmó que le daba sobornos a Ricardo Jaime.
El dueño de la empresa EMEPA, Gabriel Romero, declaró como arrepentido ante Carlos Stornelli, el fiscal del caso de los cuadernos de corrupción.
Romero admitió dos pagos, uno que se hizo el 20 de enero de 2010, un día antes que se publicara el decreto 113/2010 por el que se renegociaron las condiciones del contrato de explotación de la Hidrovía. A partir de ese decreto el Estado le extendió en el tiempo la concesión del cobro de peajes por el río a la firma Hidrovía S.A. y le permitió ampliar la traza de la vía navegable más importante de la región.
La empresa se comprometía por su parte a modernizar el sistema de señalización y el dragado. El otro pago se produjo semanas después de la firma del decreto de Cristina Kirchner.
Romero señaló que se hicieron dos pagos por el decreto y que, según Roberto Baratta, ese dinero debía «subir» en la escala gubernamental. Luego de las confesiones de Romero, Bonadio ordenó liberar a Rodolfo Poblete, directivo de EMEPA.
Romero también confesó haber pagado coimas a Ricardo Jaime, quien tenía la autoridad de control sobre el ferrocarril que explotaba y aún explota EMEPA. Al ex secretario de Transporte le daba una suma fija anual, cercana a los 500 mil dólares.